El Bazar Ali Pasha de Edirne

Hersekzade Ahmed Pasha era el Gran Visir de Solimán el Magnífico y quiso regalar un nuevo edificio a Edirne, la ciudad favorita de la familia imperial. Encargó al maestro Mimar Sinan, el más grande de los arquitectos otomanos, la construcción de un nuevo bazar para que acogiera a todas las tiendas de joyería de la antigua capital otomana. Este centro comercial discurre paralelo a la concurrida calle Saraçlar, en el mismo centro de la ciudad y nos permite recorrer 130 tiendas donde podemos comprar a otros precios y menor presión que en los bazares de Estambul. No hay que olvidar los dos recuerdos más típicos de Edirne, sin los que que ningún turco regresa a su casa tras visitar la ciudad de la Tracia: los jabones en forma de fruta y las pequeñas escobas con un pequeño espejo que son conocidas por traer buena suerte.

La antigua estación de Edirne.

El río Maritsa es la frontera entre Grecia y Turquía excepto en un lugar, la antigua estación de Edirne en el pintoresco barrio de Karaağaç. Es el único territorio de Turquía al oeste del Maritsa y un lugar que no debemos dejar de visitar cuando vayamos a Edirne. Para completar el atractivo de esta tranquila zona universitaria, el acceso desde Edirne se hace a través del puente Meriç con la Mezquita Selimiye al fondo.

La mezquita Selimiye de Edirne. Obra cumbre de la arquitectura otomana.

Cuando el mejor arquitecto otomano, Mimar Sinan, finalizó la monumental mezquita de Solimán el Magnífico, los arquitectos cristianos dijeron que la mayor cúpula que se podía construir era, evidentemente, la de Santa Sofía. No sin cierta sorna, afirmaban que el maestro Sinan habría hecho una cúpula mayor si hubiera podido y de esa manera, habría mostrado la superioridad de la arquitectura islámica sobre la cristiana. Esos comentarios debieron resonar en la cabeza de Sinan durante años, pues a la edad de 80 años decidió recoger el guante y construir una cúpula mayor que la de Santa Sofía en la vecina ciudad de Edirne. La mezquita Selimiye fue su obra maestra pero por razones que nunca se han conocido, la majestuosa cúpula del edificio tampoco superó en tamaño a la de Santa Sofía. No obstante, los escasos tres metros de diferencia entre las dos cúpulas no son obstáculo para que el visitante sienta que está ante una de esas obras que marcan un hito en la arquitectura universal.